martes, 1 de diciembre de 2009

Una familia unida


El mayor descubrimiento que podemos hacer en la vida es que todos tenemos acceso a una estrecha relación con el Padre celestial a través de Su Hijo Jesús. Con esa conexión, todo lo demás queda a nuestro alcance. Entablar dicha relación no sólo es factible, sino increíblemente fácil: basta con hacer una breve oración: «Jesús, te necesito. Ven a mi corazón y hazte presente en mi vida. Perdóname mis pecados. Te pido que seas mi Salvador, mi eterno compañero, mi consejero, mi firme amparo. Amén». La conexión se establece instantáneamente, pero es apenas un primer paso. Como toda relación seria, esa unión se consolida y madura con el tiempo. La interacción y los intercambios diarios aceleran el acercamiento. Poco a poco aprendemos a acudir a Él en oración. Leyendo Su Palabra nos compenetramos más con Él y llegamos a conocer mejor Su plan. Entonces comprendemos el amor tan profundo que abriga por nosotros, cuánto desea vernos felices, realizados y plenamente desarrollados como personas. Entendemos además que quiere participar activamente en nuestra vida. Nos asombra lo dispuesto que está a manifestarnos amor y comprensión en tiempos de prueba, y a ofrecernos soluciones prácticas a los problemas que afrontamos, y nos maravillamos al ver lo que es capaz de hacer. Para los que somos padres de familia solo hay una cosa más extraordinaria que establecer nosotros mismos esa íntima relación con Dios: saber que también está al alcance de nuestros hijos. «Para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos» (Hechos 2:39). Las familias cuyos integrantes tienen en común esa conexión con Dios, que la Biblia llama sencillamente amor (1 Juan 4:8), están más unidas, tienen menos conflictos graves, y en cambio más cariño y afecto. ¿A qué responde eso? A que tienen en común lo primordial: además de tener criterios muy claros con respecto al bien y al mal, disponen de la orientación y el apoyo que necesitan para tomar buenas resoluciones y cumplirlas. Cuando surgen conflictos o disgustos, basta con elevar una plegaria para obtener soluciones prácticas y auxilio del Cielo. Si deseas que tu familia se enriquezca espiritualmente, conéctate con Jesús. Así todos crecerán en amor y vivirán más unidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario