martes, 1 de diciembre de 2009

Un hogar amoroso


El amor tiene poder creativo. En una familia, el amor obra su magia propiciando actos de generosidad y ayudando a cada miembro a ver a los demás con buenos ojos. Todas las personas anhelan sentirse comprendidas, aceptadas y queridas por lo que son. El hogar es un ámbito que Dios ha creado donde se puede vivir así.Naturalmente, hay cosas que en un hogar obran en contra del amor. Son los enemigos del amor, si se quiere. Por ejemplo, los desacuerdos entre padres e hijos y entre hermanos. Sin embargo, hay lacras más sutiles y, por ende, más peligrosas: el egoísmo, la pereza, la indiferencia, las críticas, los regaños, el desprecio, los pensamientos y comentarios negativos sobre los demás… Y hay otras. Los conflictos suelen iniciarse con incidentes pequeños y aparentemente inocuos: una excusa para no prestar ayuda, una discusión por una tontería, unas palabritas irónicas y denigrantes. Pero si no reconoces que el amor y la unidad de la familia están en juego, esas faltas se van arraigando hasta convertirse en malos hábitos que a la larga perjudican gravemente a todos.La raíz del problema es la falta de amor. Lo único que cura la falta de amor es el amor mismo. Por eso, ruégame que lleve más amor a tu hogar y ayúdame en ese empeño. Si me pides que le infunda a cada uno auténtico respeto y aprecio de los demás, Yo pondré en sus corazones todo el amor que necesitan. Claro que luego ustedes tienen que cultivar ese afecto por medio de pensamientos, palabras y acciones que lo manifiesten.

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