miércoles, 2 de diciembre de 2009

Salud en abundancia


El cuerpo humano es sumamente práctico, adaptable, duradero y complejo. Así lo hice para albergar el espíritu que lo habita, que es aún más bello y duradero. Dije que tu cuerpo es templo de Dios (1 Corintios 3:16,17), y efectivamente lo es. Si bien solo el espíritu permanece para siempre, tu morada carnal se creó para durar toda una vida con buena salud. El cuerpo humano fue creado de tal manera que cada persona debe poner de su parte para mantenerse fuerte y sana. Al cuidarlo manifiestas respeto por tu Creador. El principio bíblico de que se recoge lo que se siembra se aplica perfectamente a la salud. Es muy fácil, sobre todo en la juventud, hacer caso omiso de esa realidad, o pensar que no importa tanto y que quizá no se aplique a ti. Puedes mantenerte indemne por un tiempo con una mentalidad así, pero tarde o temprano pagarás cara tu negligencia. El prudente procura conservarse en un estado de salud óptimo y en excelentes condiciones físicas. Se esmera por mantenerse sano para que su organismo funcione debidamente y le dure lo más posible. A Mis primeros discípulos les dije: «He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10). Pues parte de esa vida que quiero que tengas en abundancia es el don de un cuerpo robusto y saludable. Aunque es un regalo, requiere de tu colaboración. Si haces tu parte, te otorgaré el don de la buena salud

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