domingo, 6 de diciembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 103 AÑO 2009


La escena se repite con frecuencia en el cine y en la tele, y muchos la hemos vivido en carne propia: El paciente internado en la unidad de cuidados intensivos se debate entre la vida y la muerte mientras sus familiares y amigos aguardan angustiados en la sala de espera o deambulan nerviosamente por los pasillos del hospital. Ruegan que el desenlace sea favorable, pero igual se preparan para lo peor. Escudriñan el rostro de cada médico y enfermera que entra o sale de la UCI buscando algún destello de esperanza. Se aferran a cada palabra comedida que emiten los profesionales. ¿Sobrevivirá el paciente? Y si así es, ¿sufrirá daños permanentes? ¿Retomará su vida normal? El mismo drama tiene lugar hoy en día en el complejo escenario internacional, y en ese todos somos actores. El paciente conectado a la máquina que mantiene sus constantes vitales es nuestro mundo, y los responsables de las políticas económicas vendrían a ser los profesionales de la salud. Los demás no hacemos otra cosa que esperar el desenlace. El colapso económico ha supuesto un durísimo golpe; sin embargo, las complicaciones que se ven venir hacen aún más aciagos los pronósticos. ¿Proliferarán el terrorismo, el nacionalismo exacerbado y el egoísmo abyecto hasta comprometer el sistema inmunológico? ¿Se desintegrará el tejido moral de la sociedad? En la coyuntura actual, ¿se podrán contener los múltiples riesgos ecológicos a los que nos enfrentamos? ¿Soportarán esta tensión la diplomacia y las relaciones internacionales? ¿Cuáles son las perspectivas? Resultan que hay buenas y hay malas noticias; malas a corto plazo, pero buenas a largo plazo. Por lo que revelan numerosos pasajes bíblicos, la salud de nuestro sufrido mundo empeorará todavía más antes de empezar a mejorar. Claro que cuando mejore, ¡quedará en óptimas condiciones! No podemos detener estos fatídicos acontecimientos, pero sí podemos aprestarnos a hacerles frente. Hombre prevenido vale por dos, reza el refrán. El primer paso es, pues, averiguar lo que nos espera. El siguiente es prepararnos debidamente para ello, de manera que podamos salir airosos y prestar ayuda a otros. El presente número de Conéctate te motivará a reflexionar y ponerte en marcha. No se trata de sobrevivir a duras penas, sino de triunfar sobre la adversidad.GabrielEn nombre de Conéctate

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