domingo, 6 de diciembre de 2009

Dios cumplió


Hace poco mi esposa y yo pasamos por una de las etapas más difíciles de nuestra vida misionera. Llevábamos varios meses en EE.UU. visitando a mis familiares y recaudando fondos para nuestro voluntariado cristiano en Ucrania, país de origen de Esther. Pocos días antes de nuestra fecha de partida sufrimos un accidente de tránsito y nos vimos obligados a posponer el viaje. A consecuencia de las lesiones que sufrió en el choque, Esther tuvo que ir a sesiones de fisioterapia durante varios meses. Las pruebas que le hicieron también confirmaron que había contraído una enfermedad neurológica y muscular llamada fibromialgia, que le ocasionaba dolores todos los días. Al desbaratarse nuestros planes, acudimos a Dios para pedirle orientación. Nos indicó tres cosas: que confiáramos en que Él proveería para nuestras necesidades mientras recaudábamos fondos para nuestro voluntariado; que dedicáramos un día a la semana a la oración; y que donáramos la cuarta parte de los ingresos que Él nos proporcionara a otros misioneros y a obras que necesitaran apoyo económico. En las semanas que siguieron hicimos muchos amigos entre la gente de la localidad, y destinábamos los sábados y domingos a recaudar fondos para nuestra obra misionera en Ucrania. Seguimos las indicaciones del Señor, y fue estupendo ver cómo se valía de todo lo que sucedía para ayudarnos a hacer progresos. En nuestras jornadas de oración le encomendábamos al Señor nuestras peticiones personales y aprovechábamos para orar por nuestros compañeros, amigos, familiares y otras personas y situaciones de las que teníamos conocimiento. Al principio parecía un sacrificio dedicar todo un día a la semana a la oración cuando teníamos tantas necesidades económicas y estábamos en una situación tan incierta. Sin embargo, comprobamos que nuestras oraciones lograron mucho más de lo que habríamos podido hacer a base de puro esfuerzo. Presenciamos milagro tras milagro, y vimos claramente que en tanto que cumpliéramos las instrucciones que nos había dado Dios, Él no dejaría de hacer Su parte. Continuamos donando una buena porción de nuestros ingresos a otros voluntarios, además del diezmo que solemos entregar mensualmente a nuestra iglesia (La Familia Internacional), y Dios no dejó de sorprendernos con oportunidades fantásticas de recaudar fondos, donativos inesperados y regalos extraordinarios. A decir verdad, tras donar casi una tercera parte de nuestros ingresos, lo que nos quedó (para nuestra obra misionera) fue mucho más de lo que habríamos conseguido normalmente, más que suficiente para volver a Ucrania. El tiempo que dedicamos a interceder por los demás en oración, Dios nos lo compensó con creces, de formas que van mucho más allá de lo material o económico. Sanó a Esther y le alivió la fibromialgia. Además nos inspiró la idea de darle un nuevo giro a nuestra obra, con lo que ésta promete ser más fructífera y gratificante que cualquier iniciativa que hayamos emprendido hasta ahora. El Señor cumplió Su promesa: «Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir» (Lucas 6:38).
Nehemiah y Esther son integrantes de La Familia Internacional en Ucrania.

No hay comentarios:

Publicar un comentario