sábado, 14 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 16 AÑO 2002


El año nuevo es mucho más que el inicio de un período de tiempo. Se le puede asignar un sentido más profundo. Para muchos es una oportunidad de volver a empezar en alguna faceta de su vida. Quizá este empeño tenga algo que ver con ese calendario sin estrenar, salpicado de fotos o imágenes inéditas, o con ese diario o agenda que acabamos de inaugurar, cuyas páginas se nos presentan impecablemente blancas. O quizás el estímulo proviene de que millones de personas de todo el orbe —algunas estrechamente vinculadas a nosotros— se hacen nuevos propósitos para el año nuevo y se trazan metas más elevadas. Claro, no queremos quedarnos atrás ni ser menos. En fin, cualquiera que sea la fuerza que nos motive a reflexionar ante el año que comienza —una voz interior de alarma, un sacudón que haya sufrido nuestra conciencia colectiva o simplemente la presión social— lo cierto es que resulta eficaz... al menos por unos días. Todos ya sabemos lo que suele suceder después. Este año, no obstante, puede ser diferente. En esta ocasión lo que te propongas para el año nuevo puede dar origen a magníficas transformaciones y avances, que no se diluyan a las pocas semanas. La clave está en que incluyas a Dios en tus planes y trabajes de la mano de Él. Si el incentivo que te mueve es complacer a Dios por encima de todo, puedes tener la certeza de que Él está más que dispuesto a ayudarte a efectuar los cambios que hagan falta. Mientras tanto, dado que te ama y quiere que seas feliz, también te concederá los demás deseos de tu corazón. ¡Lo ha prometido! (Salmo 37:4). Pero que la cosa no termine ahí. Averigua qué cambios quieren efectuar también tus seres queridos y bríndales tu apoyo. ¡Eso sí que es gratificante! Todo el equipo de Conéctate te desea muchas bendiciones del Cielo este año entrante. Que sea el más feliz que hayas vivido. Gabriel Sarmiento En nombre de Conéctate

No hay comentarios:

Publicar un comentario