viernes, 13 de noviembre de 2009

Regalos de amor


Un joven y prestigioso fiscal contó: «El mejor regalo que me han hecho en la vida lo recibí una Navidad de manos de mi padre, cuando me entregó una pequeña cajita. Contenía una nota que decía: “Hijo, este año te regalaré 365 horas, una cada día después de la cena. Será toda para ti. Hablaremos de lo que quieras, iremos adonde quieras, jugaremos a lo que quieras. Será tu hora”. »Mi padre cumplió su promesa, y además la renovó de año en año. Fue el mejor regalo de mi vida. Yo soy el fruto de su tiempo».
Antes de la Navidad, un misionero que era maestro en el África había explicado a sus alumnos que para el cumpleaños de Jesús los cristianos se hacían regalos unos a otros como expresión de alegría. La mañana de Navidad, uno de los nativos le trajo al misionero una concha marina de una belleza extraordinaria. Cuando éste le preguntó dónde había encontrado algo tan hermoso, el nativo le respondió que había caminado gran distancia hasta cierta bahía, el único sitio donde se conseguían esas conchas. —Me parece maravilloso que hayas ido tan lejos a buscar este hermoso regalo para mí —exclamó el maestro. Alegremente, el nativo respondió: —Largo camino es parte del regalo.
No se trata de dar, sino de compartir, pues sin el dador, poco vale el regalo en sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario