viernes, 13 de noviembre de 2009

Pon a prueba a Dios



Procede como si ya tuvieses lo que has solicitado Una vez que hayas pedido algo a Dios, actúa en consecuencia. Traduce la fe en hechos. Pon a prueba a Dios: demuéstrale que estás tan convencido de que te responderá que vas a proceder como si ya lo hubiera hecho. Cuando yo oficiaba de pastora en una iglesia de Wagoner (EE.UU.), había una chica llamada Etta que deseaba ardientemente estudiar para misionera. Durante dos años estuvo orando, a la espera de recibir el dinero que necesitaba para costear su matrícula. Sin embargo, el segundo año se endeudó mucho. La situación se vislumbraba imposible. Etta vino a mí llorando, muy desanimada. Le pregunté si estaba convencida de que era la voluntad de Dios que fuese a estudiar, y me contestó que estaba completamente segura. Entonces le dije: —Yo desde luego no dejaría pasar más tiempo. Llevas dos años pidiéndole el dinero al Señor, pero nunca has demostrado con ninguna de tus acciones que das por seguro que Él te lo proveerá. Si creyeses de todo corazón que Él va a responder tu oración y te va a dar el dinero para el pasaje, la matrícula y todo lo demás, ¿qué harías? —Haría mi equipaje, escribiría al instituto informándoles que voy y haría todos los demás preparativos para marcharme —contestó ella. —Pues eso es ni más ni menos lo que haría yo en tu lugar. Aférrate firmemente a Su promesa y ponte a arreglar todas tus cosas, como si ya tuvieras el dinero en la mano. Cuando se tiene auténtica fe, se obra como si ya se hubiese obtenido la respuesta. Si alguien te prometiera el dinero, tú le creerías. Sin embargo, Dios mismo te ha prometido en Su Palabra darte las peticiones de tu corazón, y tú no le crees. —No es así, Sra. Berg —respondió la chica—, sí le creo. Voy a demostrarlo. Me iré a casa a hacer el equipaje y preparar mis cosas. Las clases comienzan dentro de poco. Tendré que darme prisa. A partir de aquel momento Etta no volvió a vacilar. Se dedicó a hacer los preparativos como si ya tuviese los fondos. Estaba convencida de que el Banco del Cielo abriría sus ventanillas en el momento oportuno. Apenas un día antes de la fecha prevista para su partida, me llamó para decirme que ya tenía preparada la ropa y demás, pero que no tenía maleta. Por teléfono invocamos la promesa de la Escritura que dice: «Dios suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en gloria» (Filipenses 4:19). Seguí trabajando y me olvidé del asunto. Como una hora más tarde, una amiga me llamó para decirme que estaba limpiando la casa y que, entre varias cosas de las que quería deshacerse, tenía una maleta grande que no le servía. Se le había ocurrido que a lo mejor a mí podía serme de utilidad. Me reí y le dije que estaba sirviendo un pedido del Cielo, pero que se había equivocado de dirección. El Señor quería que enviara la maleta a casa de Etta. La noche siguiente, fuimos varios a despedirnos de ella. En la estación me dijo al oído: —¿Sabe? Todavía no tengo el dinero, pero estoy de lo más tranquila, porque sé que el Señor ha oído mi oración y que tengo la petición que le hice (1 Juan 5:14-15). «En algo nos hemos equivocado», pensé. Unos amigos me habían dicho que habían hecho una colecta para ella, pero… Mientras meditaba en eso, oí el silbido del tren y a lo lejos vi la luz del faro de la locomotora. Noté que Etta me miraba fijamente. ¿Qué podía decirle? De pronto llegó corriendo uno de los que habían organizado la colecta. —Estaba trabajando en mi oficina cuando me acordé del dinero que me habían dado para Etta —dijo—. Y traigo un poco más, obsequio de mi esposa y mío. —Y aquí hay otro poco —dijo otro amigo que acababa de llegar. —¡Viajeros, al tren! ¡Viajeros, al tren! —gritó en ese momento el revisor. —Viajeros, al tren de las promesas de Dios —le dije a Etta—. Dio resultado, ¿no? —Es maravilloso —contestó ella—, es impresionante lo que puede lograr la fe.
Has acudido a presentarte ante un Rey: ¡grandísimas peticiones puedes traer! Su gracia, favor y poder son tales que es imposible mermar Sus caudales. John Newton (1725-1807)

No hay comentarios:

Publicar un comentario