miércoles, 4 de noviembre de 2009

¡Libre de la heroína!


Vijay había pasado más de la mitad de sus 31 años consumiendo drogas, y los últimos diez adicto a la heroína. Cuando conoció a Mary —una misionera de La Familia— se encontraba en un centro de rehabilitación de toxicómanos donde ella realizaba una labor de orientación y apoyo. Se hicieron amigos, y cuando él salió del sanatorio y regresó a su casa, en el norte de la India, se mantuvieron en contacto por carta y por teléfono. Más o menos un año después, Mary recibió una carta de Vijay en la que le contaba que Jesús había logrado lo que los médicos y terapeutas no habían podido conseguir: que superase su adicción. Reproducimos seguidamente algunos pasajes de la misma: Apreciada Mary y todos los demás: Saludos. Muchas gracias por tu última carta, que fue tan alentadora. Llegó cuando estaba a punto de darme por vencido y me infundió aliento para comenzar de nuevo. Cada vez que estoy desmoralizado, vuelvo a leerla. Como te escribí hace un tiempo, después de abandonar el centro de rehabilitación por una buena temporada no toqué la droga. Sin embargo, con el tiempo reincidí. Es que me faltaba motivación para seguir adelante. Una vez más, la vida para mí carecía de sentido. Entonces me llamaron James y Rajesh [dos compañeros de Mary]. Me explicaron que iban a visitar unos colegios de la zona, y los invité a alojarse en mi casa, donde vivo con mis padres. Durante cuatro días los llevé en auto a numerosos colegios, a cuyos directores presentaron los videos formativos para niños de la colección El desván del tío Iván. Visitamos también algunas personas a las que Rajesh y James habían conocido con anterioridad. Mis padres disfrutaron igualmente de su compañía. Era como si hubieran llegado parientes nuestros; no los veíamos como a extraños. Aunque James y Rajesh lo ignoraban, durante ese tiempo yo estaba continuamente drogado. Los dos primeros días apenas me las arreglé para vestirme y llevarlos por ahí. Cuando volvía por la noche me quedaba planchado. Para el tercer día empecé a sentir deseos de dejar la droga, pero tenía miedo del doloroso síndrome de abstinencia. La tarde del cuarto día, antes de llevarlos a la estación de trenes para que regresaran a su ciudad, los invité a tomar el té con mi madre. Rajesh le preguntó si quería que rezaran por ella. Luego me preguntó lo mismo a mí. Yo dije que quería volver a librarme de la droga. Primero oró Rajesh por mi madre. Acto seguido James lo hizo por mí. Me vinieron lágrimas a los ojos, y poco después ya no pude contenerlas. James también lloraba. En ese momento deseé que el tiempo se detuviera. Me hallaba en otro mundo. Experimenté un gran alivio y resolví dejar la droga. Los tres días siguientes los pasé en cama. El primero de ellos recibí tu carta. Me hizo mucho bien leerla en medio de aquella experiencia. Comencé también a leer las publicaciones y a escuchar los cassettes que me habías enviado. Durante esos tres días no probé bocado, pero tampoco me sobrevino ninguna molestia por la abstinencia. Me sentía de maravilla. Jesús estuvo conmigo todo ese tiempo. Lloré mucho, aunque eso sí, lágrimas de alivio y gratitud. Todo empezó a tener significado. Sentía la presencia de Jesús a mi alrededor y en todo. Mientras viva, no olvidaré esos días. Sólo el amor de Dios es capaz de semejante milagro. Deseaba que aquella experiencia se prolongara indefinidamente, pero la vida sigue. Reemprendí el camino donde lo había abandonado, esta vez con fe y renovadas fuerzas. Sé que Dios me ama y que me guiará y velará por mí, a condición de que siga el rumbo que Él me trace. Por fin me doy cuenta de que Él me ha creado y tiene un objetivo para mí. Quiero manifestarles mi más sincero agradecimiento por ayudarme. Todo eso ha sido posible porque te conocí. Ahora entiendo lo que es el amor en realidad. Dios escribe derecho con renglones torcidos. Me llevó al centro de rehabilitación para que te conociera. Todo ello formaba parte de los grandiosos designios divinos. Se despide con mucho cariño y oraciones, Vigía Nota de Mary: Vijay nos escribió la carta anterior hace cuatro años. Desde entonces, con la ayuda del Señor, no ha vuelto a tocar la droga. «Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres» (Juan 8:36).
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