viernes, 20 de noviembre de 2009

La ayuda ayuda que necesitas


EL ALCOHOL AFECTA a cada persona de manera particular. Unos se ponen alegres, desinhibidos o relajados. Otros, irritables, nerviosos, enojados, deprimidos o retraídos. Beber con moderación es beneficioso: sirve para distenderse y alegra el semblante. Hasta puede proporcionar cierto alivio para dolencias estomacales como la indigestión. Sin embargo, tomado en exceso se convierte en un instrumento destructivo del Diablo, que afecta de forma adversa el espíritu, los pensamientos y las acciones de una persona y puede alterar su personalidad. Además, puede convertirse en una adicción. Se engañan quienes dependen del alcohol o de cualquier otra sustancia para hallar paz interior y felicidad. La tranquilidad y la dicha que proporciona el alcohol son muy fugaces y superficiales, puesto que ningún agente físico —llámese trago, drogas o lo que sea— es capaz de satisfacer las necesidades del espíritu. Únicamente Yo puedo satisfacerlas. En Mí hallan verdadera dicha y paz interior quienes están dispuestos a aceptar la verdad. Puede que después de un par de copas o de ingerir unas píldoras te sientas alegre, y que eso te ayude a relajarte; pero si no te sientes igual sin esas substancias, corres el peligro de llegar a depender de ellas. Es posible que pienses: «Si alivia mis preocupaciones y problemas y me ayuda a hacer mi trabajo cotidiano de mejor humor y a llevarme mejor con mis compañeros, ¿por qué no tomarlo? ¿Qué tiene de malo?» Es malo por los peligros a los que conduce si no se controla. Puede que al principio parezca inofensivo y que te consideres capaz de dominar la situación; pero si te vuelves dependiente del trago o de la droga, a la larga te afectará física, emocional y espiritualmente. Los que han cometido el error de tomar la senda del alcohol o de las drogas pueden explicarte los riesgos. Pueden dar fe de que su dependencia los condujo al dolor, al pesar y a cometer una equivocación tras otra. Pueden contarte que arruinó su vida y sus relaciones. Pueden dar testimonio de que a la larga se volvieron incapaces de hacer frente a su trabajo y a otras situaciones. Pueden hablarte de la sima en que cayeron, hasta que fi nalmente no tenían en qué apoyarse y no les quedó otra solución que acudir a Mí. Pero quienes acudieron a Mí cuando tocaron fondo también pueden dar fe de la infalibilidad de Mi amor y de Mi poder, y de su eficacia para librarlos, por muy grave y arraigado que estuviera su trastorno. Yo soy el único remedio eficaz para todos tus trastornos y males, incluidas las adicciones. Si realmente quieres liberarte y deseas hacer tu parte, Yo te libraré. Por Mí Espíritu, soy capaz de dejar sin efecto cualquier adicción. Es más, lo he hecho para decenas de miles de personas, y en muchos casos no presentaron ningún síntoma de abstinencia, o muy pocos. Di la vida por ti. ¿Cómo podría entonces fallarte cuando acudes a Mí en busca de ayuda? No puedo defraudarte y no lo haré, pero debes depositar tu confianza en Mí. Debes acudir a Mí en busca de soluciones a tus problemas, incluido este. Todo el que de verdad quiera comenzar de nuevo tiene la oportunidad de hacerlo. La puerta está abierta de par en par, y la entrada es franca. Así como te otorgo gratuitamente la salvación, puedo también regalarte la liberación de un vicio. No es que la obtengas por méritos propios, ni puede comprarse a ningún precio; solo Yo puedo hacerlo. Ese regalo está a tu alcance, pero no puedo imponértelo. Debes tomar la decisión de tender la mano y tomarlo. Debes orar así: «Jesús, aunque sé que este enredo es insoluble para mí, tengo el convencimiento de que no está por encima de Tus posibilidades, simplemente porque eso es lo que Tú has dicho. Líbrame ahora, en este instante, y no dejes de librarme de toda tentación que se me presente en las horas, los días y las semanas que vienen, conforme a Tus promesas. Amén». Pídelo, y te será hecho. Sin embargo, a diferencia de la salvación, puedes perder el triunfo sobre un hábito o vicio si cedes a la tentación. Y es que las tentaciones serán fuertes, sobre todo al principio. Cuando el Diablo vea que has acudido a Mí y has puesto tu voluntad de Mi lado, te tentará aún más. Cuando suceda eso, debes volver a clamar a Mí para que te ayude. Si te tienta mil veces, mil veces habrás de clamar a Mí para que te libre, y mil veces te libraré. Tú no tienes fuerzas para pelear contra el Diablo por tu cuenta; pero juntos podemos alejarlo y repeler sus tentaciones. Momento a momento y tentación tras tentación, ora: «¡Jesús, lucha por mí! ¡Ayúdame en el próximo minuto, en la próxima hora! Mediante Tu poder, disipa estas ansias incontrolables que tengo y alivia mi tensión y dolor. Lléname el corazón y la mente de pensamientos positivos provenientes de Tu Palabra. Tú prometiste librarme de esta adicción y darme algo mejor. ¡Invoco esa promesa en este momento!» Luego abre la Biblia o alguna otra publicación que infunda fe, que me enaltezca y exalte Mi poder, y comienza a leer. Te abriré los ojos a sus verdades y te emocionarás profundamente. Te ayudaré a superar ese momento de tentación y saldrás más fuerte. No puedo decirte cuán pronto llegará la victoria fi nal; pero sí te prometo que nunca te defraudaré y que con el tiempo se te hará más fácil vencer. Tengo la potestad de renovar tu vida si me das la mano, te sometes a Mí y confías en que Yo haré lo que tú no seas capaz de hacer. Aférrate a Mis promesas con determinación inquebrantable. Aún puedo hacer algo hermoso en tu vida si me permites que derrame sobre ti Mi Espíritu y te cubra con Mi amor. Puedo sanarte física, mental y espiritualmente a medida que leas y absorbas la verdad de Mi Palabra. No hay nada que vaya a detenerme. Es ilimitado lo que puedo hacer por ti. Basta con que te aferres a Mí por fe. Centra tu corazón, tu mente y tus miras en Mí y en Mi Palabra, y renovaré por completo tu vida. Tienes que convencerte de que Yo controlo tu vida y confiar en que no te defraudaré. Te verás frente a otras tentaciones, pero serán temporales, y podrás rechazarlas fácilmente clamando a Mí e invocando Mi poder liberador. «¡Jesús, te necesito en este momento! ¡Líbrame de esta tentación y dame algo mejor, más de Tu amor, más de Tu Espíritu, más verdad de Tu Palabra!» Si no dejas de confiar en Mí y te apegas estrechamente a Mi Palabra, Yo te guiaré por una senda llena de cosas bellas y de nuevas experiencias y alegrías a parajes a los que tu viejo ser que dependía del trago o de las drogas jamás habría podido ir.

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