miércoles, 4 de noviembre de 2009

En el aposento íntimo


En la quietud de tu aposento, cuando pases un rato conmigo, te hablaré. Las primeras veces ni siquiera emplearé palabras. Simplemente te daré la paz que necesitas. Mas cuando te vayas acostumbrando a tomar ese tiempo conmigo, acudiendo a Mí con fe, creyendo que estoy a tu disposición, a tu espera, que entro contigo en el aposento íntimo de tu corazón, comenzarás a escucharme con más claridad. Es un hábito que debes formar, algo que debes practicar. Será preciso que agudices tu oído espiritual para poder captar Mi voz. Cuando se aprende algo nuevo ocurre eso: al principio hay que poner mucha concentración y esfuerzo. Es como cuando alguien aprende a afinar una guitarra. Las primeras veces es muy trabajoso. Uno tiene que concentrarse mucho para saber qué cuerdas están desafinadas, cuáles hay que tensar y cuáles es necesario aflojar. Pero al cabo de un tiempo, lo hace casi sin pensarlo. Se vuelve automático. Lo mismo ocurre con la habilidad de escucharme: acude a Mí con regularidad, entra en el aposento íntimo de tu corazón y afina tu oído para escuchar Mi voz. Poco a poco comenzarás a oírme con mayor claridad. Verás que al poco tiempo no te demandará tanto esfuerzo. Podrás oírme con toda nitidez. Ni siquiera te quedarán dudas de que se trata de Mi voz. No tendrás que forzar el oído para escucharme, sino que Mi voz serena y apacible se hará oír con facilidad y te dará instrucciones claras al corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario