viernes, 27 de noviembre de 2009

El mundo invisible y su dinámica


La creación visible de Dios es un retrato de las cosas del espíritu. Cada elemento del mundo sobrenatural tiene su equivalente en el mundo natural. «Las cosas invisibles de Él, Su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas» (Romanos 1:20).Siempre que nos topamos con una reproducción es que en alguna parte debe de existir el original. Descubrir a Dios en todo hace que la vida sea la mayor aventura que hay.Dios quiere que creamos puramente por fe en las cosas invisibles, que demos crédito a lo que dice de ellas en Su Palabra. Si pudiéramos ver todo lo que nos rodea en el plano espiritual, no nos costaría nada creer. «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan» (Hebreos 11:1,6).El apóstol San Pablo declaró que nuestra percepción del mundo invisible se encuentra algo nublada. Lo expresó así: «Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido» (1 Corintios 13:12).William Branham (1906-1965), predicador estadounidense, solía explicar sus experiencias en la dimensión espiritual de la siguiente manera: «Se podrían comparar con lo que hacía yo de pequeño cuando quería ver un partido [de béisbol] y no tenía dinero para la entrada: me trepaba a la valla y miraba por encima. Así más o menos me revela cosas el Señor; sólo que ya no lo hago por mí mismo. Ahora la experiencia es semejante a cuando mi hermano mayor me alzaba para que pudiera mirar por encima de la cerca: digamos que el Señor me eleva y me deja echar una ojeada».Aunque hay un solo Dios todopoderoso, Creador de todas las cosas, existen incontables seres espirituales y poderes menores creados por Él, que actúan dentro de los límites que Él les ha determinado.En circunstancias normales, existe un velo o abismo entre el mundo espiritual y el plano terrenal en el que en este momento nos desenvolvemos. Dios, sin embargo, descorre o levanta de cuando en cuando ese velo a fin de transmitir alguna revelación u ofrecer asistencia excepcional a Sus hijos. «Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios» (1 Corintios 2:9,10).El actual mundo material es temporal; en cambio el plano espiritual, hoy por hoy invisible para nosotros, es eterno. «Desde el principio Tú [Dios] fundaste la tierra, y los cielos son obra de Tus manos. Ellos perecerán, mas Tú permanecerás» (Salmo 102:25,26). «Las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas» (2 Corintios 4:18).El capítulo 8 de Mateo trata de un centurión romano que declaró una importante verdad acerca del mundo espiritual cuando le pidió a Jesús que sanara a su siervo: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: “Ve”, y va; y al otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace» (Mateo 8:8,9). Dios y Jesús no tienen por qué hacer personalmente todo lo que solicitamos en oración. Cuentan con mucha asistencia de ángeles y seres espirituales, entre los cuales están también los creyentes que ya pasaron a la dimensión espiritual, a quienes el apóstol Pablo llama «los espíritus de los justos hechos perfectos» (Hebreos 12:23).El decimoprimer capítulo de la Epístola de San Pablo a los Hebreos nos entrega un apasionante relato de la fe y las proezas de diversos siervos de Dios del Antiguo Testamento. Finalizada la relación de héroes y heroínas de la fe, el primer versículo del siguiente capítulo dice así: «Nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante» (Hebreos 12:1). Esos héroes son algunos de esos testigos. Imagínate lo maravilloso que es que haya millones de personas allá arriba observándonos y rogando por nosotros. Y muchas bajan a ayudarnos.En el mundo espiritual se les encarga a algunos ayudantes que permanezcan junto a ciertas personas y velen por ellas toda su vida. Normalmente se los denomina ángeles de la guarda (Salmo 34:7; 91:11,12). A otros se los envía en misiones especiales para responder a una necesidad o plegaria urgente, como el ángel que se presentó a ayudar a Daniel cuando éste fue arrojado al foso de los leones, o el personaje que se apareció misteriosamente en el horno de fuego donde habían puesto a sus amigos. El rey Nabucodonosor señaló que parecía «hijo de los dioses» (Daniel 6:20-22; 3:22-28).Dado que en esta vida estamos restringidos a las cuatro dimensiones — ancho, largo, profundidad y tiempo—, hay muchos conceptos sobre el Cielo y la esfera espiritual que nos resultan imposibles de entender a cabalidad. Sin embargo, los datos fragmentados que obtenemos de diferentes fuentes van encajando como las piezas de un enorme e intrigante rompecabezas. Cuanto más sabemos, más patente es que lo que falta por descubrir es de un orden infinitamente mayor.

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