martes, 10 de noviembre de 2009

El amor conmueve EN NOCHEBUENA


La última Nochebuena fuimos a cantar villancicos a un hospital, en el que conocimos a numerosos pacientes. Todos tenían necesidad de amor y consuelo, pero el caso de la joven Solange —cubierta de yeso y vendas de pies a cabeza— era excepcional. Mientras le cantábamos, se puso a llorar. Al poco rato sollozaba de modo incontenible. —Jesús te ama y vela por ti —le aseguré. Me explicó que había sufrido un accidente de tránsito en el que murieron sus padres y su hermana. Solange había estado tres días en coma; no obstante, sobrevivió milagrosamente. Rezó conmigo para recibir a Jesús, y le entregué dos afiches de nuestra agrupación. Uno de ellos llevaba impreso al dorso un mensaje sobre el Cielo; el otro versaba sobre el gran amor que abriga Jesús por cada uno de nosotros. También rogué por la curación de Solange y prometí volver a verla. —Joanna —me dijo—, me llega al alma que te preocupes por mí y hayas venido a hacerme compañía en Nochebuena sin siquiera conocerme. Solange permaneció tres meses más hospitalizada. La visité tanto como pude. Siempre le llevaba algún cassette de aliento de La Familia, como No temas o Para salir vencedor, o le leía la Biblia para animarla e infundirle fe. Cuando la dieron de alta, el milagro que empezó a producirse en ella durante la Nochebuena se había operado totalmente: estaba contenta, sana y restableciéndose de aquel trauma emocional.

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