martes, 24 de noviembre de 2009

Cualidades de un buen matrimonio


Se ha dicho y escrito tanto acerca del matrimonio —gran parte de ello bastante complicado o aparentemente contradictorio— que me interesaba lo que pudiera decir Jesús al respecto. Él tiene una forma tan estupenda de explicar las cosas con sencillez y claridad, con un enfoque positivo, que estaba segura de que las pondría en su debida perspectiva. Así que le pedí que resumiera algunas de las principales cualidades de un buen matrimonio, cosa que hizo. He aquí el mensaje que dio: La idea no era que el matrimonio fuera tan complicado o difícil que apenas unos pocos lograran hacerlo bien. En realidad está al alcance de casi cualquiera. Es también lo que hace más felices a las personas, y lo que hace que su vida sea más valiosa, productiva y satisfactoria, pues se trata de un aspecto primordial del plan de Dios para la humanidad. Nadie cumple a la perfección todos los aspectos que señalo a continuación. Por tanto, no se desanimen si les parece que se quedan cortos en algunos. Hagan lo que puedan y pídanme que los ayude con lo demás. Reservarme el primer lugar. En virtud de un sencillo principio espiritual, si dan prioridad al tiempo que deben pasar conmigo, tanto a solas como en pareja, todo lo demás se arreglará. «Buscad primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todas estas [otras] cosas os serán añadidas» (Mateo 6:33). Altruismo. La mayoría de los conflictos matrimoniales son consecuencia del egoísmo. Ambos cónyuges deben anteponer la felicidad del otro a la propia. En eso consiste el amor verdadero y duradero. Voluntad para reconocer y abordar los problemas. La mayoría de los problemas que acaban por hundir una relación no son graves inicialmente, pero se van de las manos porque la pareja no los aborda a tiempo, pensando que se disiparán por sí solos si no les prestan atención, o cuando cambien las circunstancias. Pero eso raramente da resultado. Los matrimonios más sólidos son aquellos que aprenden a afrontar los conflictos y a acordar medidas prácticas para superarlos. Buena comunicación. Para comprender y satisfacer mutuamente sus necesidades, y para superar juntos las dificultades, es imprescindible la buena comunicación. Perdón. Perdonarse el uno al otro es la clave para disfrutar de una relación matrimonial firme y segura. Pídanse enseguida disculpas por toda palabra o acción con que puedan haberse ofendido. Apoyarse el uno al otro. Para cultivar una buena relación matrimonial, fíjense siempre en las buenas cualidades del otro y busquen formas de ayudarlo a lucirse, en vez de denigrarlo, criticarlo o darle la lata. Cooperación. Conversen y pónganse de acuerdo sobre sus objetivos prioritarios y aprendan a afrontar juntos las dificultades. «Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero» (Eclesiastés 4:9,10). Consideración. Además de comunicar amor de una forma muy tierna y convincente, el hecho de mostrarse considerados con los sentimientos, los gustos, las aversiones, el tiempo y las energías del otro alivia las tensiones, previene roces e impide que se susciten un montón de pequeños enredos. Cariño. Es sorprendente la cantidad de matrimonios que naufragan por falta de cariño. Aunque las expresiones verbales de cariño también son importantes, a veces las caricias, los besos y los abrazos son más eficaces a la hora de manifestar amor y confortar a la persona amada. Son expresiones físicas de lo que se siente por dentro. Igualdad. Igualdad significa hacer participar al otro en las decisiones, criar a los niños juntos y compartir las obligaciones económicas y domésticas. Pero es también algo más. No se trata simplemente de programar el trabajo o repartir la carga por igual, sino de valorarse y respetarse mutuamente a fin de sacar a relucir las virtudes de cada uno. Admiración. No hay como saber que las buenas cualidades que uno tiene son reconocidas y admiradas para que crezca su autoestima y se sienta motivado a sobresalir en lo que es verdaderamente importante. Procuren, pues, apreciar más a la persona estupenda con quien se casaron, y verán cómo se vuelve aún más estupenda. Abrirse a otras personas. Aun las parejas que mejor congenian y en las que ambos se sienten totalemente satisfechos y seguros en compañía del otro necesitan de más amigos. Otras personas pueden ayudarlos a madurar de formas que su cónyuge no sería capaz. Su vida en común se fortalecerá si ambos pasan tiempo y realizan actividades con otras personas. Sentido del humor. «El corazón alegre constituye buen remedio» (Proverbios 17:22). No se lo tomen todo tan en serio. Verán que muchos de los contratiempos, molestias y contrariedades de todos los días no son tan graves. Optimismo. El optimismo —la tendencia a esperar el mejor desenlace en una situación dada— unido a la fe en Mí casi siempre reporta grandes dividendos, pues a Mí me encanta recompensar la fe. Por otra parte, nada hunde tan rápido un matrimonio como el pesimismo, la actitud de esperar lo peor y quejarse del cariz negativo de toda situación. Incluirme a Mí. Yo deseo que les vaya bien, tanto en el matrimonio como individualmente, y conozco todas las soluciones. Puedo lograr que se disipen montañas de problemas y que se hagan realidad todos sus sueños, pero hay una condición: tienen que incluirme en su relación. ¡Les sorprenderá lo que los tres juntos podemos lograr! ?(María Fontaine es codirectora de La Familia Internacional junto con su marido, Peter Amsterdam.)

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