miércoles, 11 de noviembre de 2009

Consultar con el Señor paso a paso


Una de las principales enseñanzas que el Señor quiere transmitirnos a todos —quizá la más importante que tenemos que aprender hoy en día— es a escucharlo de manera individual, así como a poner por obra lo que nos indica, no sólo en lo tocante a asuntos de gran trascendencia, sino también en cuestiones sencillas de todos los días. Jesús quiere que lo incluyamos en nuestra vida y decisiones cotidianas tanto como sea posible. El Señor desea hablarnos en profecía y responder a nuestros interrogantes, incluso a los que surgen a diario. Quiere que le planteemos preguntas concretas a fin de obtener respuestas concretas de Él. No basta con que oremos en el preludio de un trabajo, con que le pidamos ayuda para lo que estamos a punto de iniciar y que después simplemente nos pongamos manos a la obra. Además de escuchar al Señor de manera directa, en profecía, al principio, se hace también necesario que consultemos regularmente con Él en el curso de nuestra labor. Si no hacemos un alto de vez en cuando y le preguntamos si hay algo en particular que quiera decirnos, podríamos pasar muchas cosas por alto. He aprendido que aun después que el Señor me ha indicado el rumbo que debo seguir, Él quiere que le pregunte continuamente si voy bien encaminado. Quiere que me mantenga en sintonía con Él. Así, en caso de que Él quiera entregarme nuevos datos o instrucciones, podrá hacerlo. Es preciso que sigamos consultando con Él, pues a lo mejor quiere que modifiquemos nuestro rumbo. Es como si nosotros fuéramos el timonel de una nave, y Jesús, el capitán. Nos hacemos a la mar y sabemos que debemos ir con rumbo oeste, por lo que enfilamos en esa dirección. No obstante, es posible que al cabo de un rato el capitán ajuste el rumbo de manera que nos dirijamos más hacia el noroeste o el suroeste. Si no acudimos otra vez al Señor, si no sintonizamos para que nos hable y nos indique las variaciones que se produzcan dentro del rumbo general, podríamos no llegar al destino preciso que Él quiere. El quid de la cuestión es que además de orar y escuchar al Señor, tenemos que pedirle Su opinión sobre el tema más de una vez si queremos dar en el clavo. Esa es la actitud de oración que espera de nosotros. Escuchar al Señor e intimar con Él diariamente es algo que nos hace falta aprender y que además debemos enseñar a otros con urgencia. Es que, si aprendemos de verdad a detenernos y plantear al Señor lo que no sepamos o no entendamos, muchos de nuestros problemas se resolverán. Él nos hablará y si escuchamos Sus instrucciones, contaremos con todas las respuestas que necesitemos cada vez que surja una dificultad. En caso de que no poseas el don, lógicamente convendría que ores por él y des al Señor la oportunidad de valerse de él para tu propio beneficio. Puedes empezar pidiéndole que te confirme Su parecer con un sí o un no. Comienza a aplicar este principio tomando todas tus decisiones con oración, verificando que estén respaldadas por la Palabra y manteniendo una actitud abierta a los avisos del Señor. Para recibir palabras del Señor en profecía es preciso mantener una actitud abierta y mostrarse dispuesto a escuchar lo que Él quiera decirte. Los requisitos más importantes para sintonizar con el Señor son los siguientes: 1) aceptar la Palabra que Dios ya ha comunicado y ponerla en práctica; 2) pedir al Señor que no permita que nuestras propias ideas interfieran; 3) desear con toda el alma oír al Señor y conocer Su voluntad; 4) someternos a Su voluntad; 5) creer que lo que captamos proviene de Él; y 6) ¡tener fe para obedecerlo! El Señor evidentemente quiere que lo invitemos a participar mucho más en nuestras decisiones cotidianas. Al consultar con Él paso a paso, nos ahorramos tiempo, las cosas marchan mejor y más rápido, logramos más y cometemos menos errores. Si nos tomamos tiempo para escucharlo tan a menudo como haga falta, Él nos ayudará. Que Dios te bendiga y te mantenga bien receptivo a la extraordinaria ayuda que Él nos brinda desde los Cielos.

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